El desarrollo motor influye en un sinfín de aspectos del desarrollo de un niño y por tanto determinará también muchas de las características fisiológicas y psicológicas del adulto en que se convertirá.
La actividad motora es algo que, excepto niños con discapacidades severas, todos pueden y deben de desarrollar y que se basa en la adquisición de patrones de movimiento y habilidades físicas. Para su desarrollo se combinan diversos factores como la madurez neuromuscular, el crecimiento físico y las características del comportamiento del niño, la madurez biológica o los efectos residuales de experiencias primarias de actividad motora.
De hecho, las respuestas motoras de un recién nacido vienen de su comportamiento fetal cuando aún se encontraba en el vientre materno. Y es que los seres humanos comenzamos a movernos enseguida y lo más rápido que podemos. Así, movimientos de brazos y piernas pueden ser detectado entre la octava y la novena semana de embarazo. Además, los reflejos primarios, la movilidad o el tono muscular también depende de la edad gestacional del feto, es decir, un feto que nazca a las 26 semanas de gestación tiene es neurológicamente diferente a un feto nacido a las 36 semanas. Pero los movimientos de los recién nacidos son más reflejos involuntarios que movimientos controlados, ya que este control voluntario comienza en la infancia.
¿QUÉ PASA EN LA INFANCIA CON EL DESARROLLO MOTOR?
Y es exactamente durante la infancia donde se señalan diferentes hitos en el desarrollo y control de movimientos específicos por parte del infante como por ejemplo poder sentarse, levantarse o caminar sin ayuda. Estos hitos son tan importantes porque ayudan a medir si el desarrollo motor del niño es adecuado. El refinamiento de este desarrollo también tiene gran importancia porque suele conseguirse a través de la actividad física y de esta forma se logra adquirir más estabilidad, equilibrio o precisión en los movimientos.
Cuando el niño crezca, si su desarrollo motor ha sido adecuado o no se verá claro en la futura práctica y desarrollo de actividades deportivas. La baja competencia motriz viene caracterizada por movimientos torpes, lentos o descoordinados que dificultan la integración con el resto de niños y tener una actitud positiva y de motivación hacia la práctica deportiva, lo que en un futuro puede acarrear la consecuencia de un estilo de vida más sedentario unido al riesgo de sufrir obesidad o problemas de salud relacionados.
Por todo esto, el desarrollo motor natural y el adquirido a través del deporte así como el entorno cultural y la concepción que se tenga del mismo en el entorno del niño será clave para que este se desarrolle adecuadamente y tenga mayores posibilidades de disfrutar de una vida saludable.
ESCRITO POR:
Estela Yago Rodrigo
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